UNA HISTORIA PARA GUIDAI...
... Una vez, en un país muy cercano al corazón y muy lejos de la razón matemática, vivió una princesa India llamada "Guidai": voz "Guaraní" de la "luna"... Bueno, en realidad no era una princesa, era la hija del Cacique QUE, el jefe de una tribu indígena guaraní... que vendría a ser como... el rey en un cuento de hadas y castillos, aunque éste no sea un cuento de hadas ni de castillos. Guidai era tan hermosa que se parecía a una princesa... aunque... ahora que lo pienso,... no solo las princesas son hermosas y tampoco tienen porque serlo... sino, mírate... tan preciosa mi chiquita... si te pareces a una princesita... ¿ o las princesas se parecen a ti?.
Bueno, no tiene importancia, tú eres mi princesita aunque yo no sea rey de nada...
¿En que había quedado?... Así, en que Guidai era la niña más hermosa de la tribu... de sus ojos salía un fuego capaz de derretir al propio sol y su calor te abrazaba por dentro...
En realidad, no era la más bella de la tribu, tampoco tenía hermanas que la trataran
como una sirvienta y no esperaba encontrarse con un príncipe azul... en esa tierra, los príncipes no existían, ni pensar en que se le cruzara un caballero por el camino... tampoco esperaba eso...
Guidai era una niña muy feliz... el color de su piel estaba cargado con muchos soles, una larga trenza acariciaba su espalda desnuda cuando caminaba o trotaba en su caballo Salvaje... ¿Ves? Los caballos si existen en los cuentos de hadas y de príncipes... quizás eso le hacía verse como una princesa... aunque su caballito salvaje no era blanco como en esos cuentos... era gris con algunas manchas plateadas, pero la quería y la cuidaba mucho... La llevaba desde el llano al río, atravesando el bosque antes de llegar a la montaña... y la esperaba detrás de unas rocas para no espiarla mientras ella enamoraba al río entregándose desnuda al agua... ni un solo pez se atrevía a interrumpir su baño...
Todas las criaturas del río formaban una ronda a su alrededor... los pájaros tomaban ubicación en su platea preferencial y natural de la copa de los árboles... De vez en cuando, el más osado de los duendes voladores, se atrevía a silbar su nombre: Guidai... Guidai... y el viento, molesto, susurraba un silencio agitando la rama donde se posaba el duende, quería escuchar el aliento de la niña al sonreír... (Libro completo muy PRONTO!!!?